DESABRIGO
Era tarde de otoño, germinando el invierno,
destemplado el día, y más desolado por dentro.
Tiritaba la sangre en un mar sin acierto,
navegaban las olas, en venas sin reguero,
sacudió su tristeza, y surcaron fragmentos
de las letras no dichas en las hojas de un verso
que estrujaba en sus manos, y, a la cesta arrojaba
donde quedan resabios de los malos intentos.
Amanecía..., la noche, la luz destilaba
por renuente desvelo de las horas en blanco
esquivando a lo necio, encandiló la aurora
a sus ojos ya ciegos por mirar sin ver
en recodos del alma, opacada de miedo,
y llego el cansancio, por esto y por aquello,
era un todo sin nada, en un árido suelo.
A través de la ventana, observó a un mundo desierto,
se ocultaban los seres en sus mismos encierros,
y tejió sentimientos, en un día de invierno...
fueron flama, excesiva demencia, dijeron...
¡Qué poco saben los sabios, lo limitado del tiempo...
© María del Carmen Menéndez García
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